DESCUBRIENDO ARAGÓN


DESCUBRIENDO ARAGÓN        

- Después de 30 años largos escalando y abriendo vías por las principales escuelas y macizos de la España más oriental, tengo que reconocer que para tropezar con la naturaleza más intacta hay que ir en busca de la magia de Aragón. En Catalunya cada vez somos más y la remota sensación de solitud es todo un lujo difícil de encontrar. Si bien lugares tranquilos y apartados existen en todas partes, el rumor humano siempre delata la proximidad de algún pequeño núcleo o mísera calzada por donde la gente huye de la civilización con sus máquinas andantes.


Perderse actualmente en los dominios del Maestrazgo, sí es garantía de silencio y riqueza ambiental, la combinación perfecta para unas inolvidables aventuras donde la roca es el anfitrión y las vías los manjares de un extenso y variado repertorio. Ya desde muy joven sentí una profunda atracción hacia estas rústicas tierras, colmadas de tesoros verticales que había que encontrar y explorar minuciosamente, como las Roques del Masmut en Peñarroya de Tastavins ó el Órgano de Montoro en el río Guadalope, un oasis de seducción visual cuyas líneas desafían la lucidez del mejor artista.


Que podría contar de Guara, una sierra extraordinaria cuyos cañones  han labrado la mayor fantasía rocosa prepirenáica y su terreno de aventura realmente merece este atributo. No obstante hay que convivir con la comunidad del neopreno y una rigurosa normativa que recorta muchos aspectos básicos de la montaña, como la libertad de paso o el vivac bajo las estrellas, factores que sin duda rompen el encanto del lugar.


Lo mismo que ocurre en el Parque Nacional de Ordesa, con sus limitaciones estivales y otras prohibiciones de por vida que impiden descender algunos de los cañones más emblemáticos del Alto Aragón. Es una pena no poder ver las entrañas del río Yaga, el Barranco de Angonés o la Garganta, entre otros, por el mero hecho de estar dentro de unos límites marcados por la legislación. Aún suerte que no muy lejos, en la monumental Peña Montañesa, se puede desafiar la virginidad de sus paredes sin sentirse delincuente en plena naturaleza, por el momento. Son los pros y el contra que he tenido que barajar durante mis estancias en Aragón, realizando cañones o abriendo cada uno de los más de 20 itinerarios repartidos por las provincias de Huesca y Teruel principalmente. Experiencias imborrables junto a unos compañeros de cordada dispuestos a vencer meticulosamente cada objetivo y dejar bien alto nuestro peculiar estilo montserratino. Itinerarios como la bonita Danuta Lato, Terminator o Paramainou en los muros del Masmut, la clásica vía Abraxas de Montoro, la Directa Osborne y Kundalini en la Pared de Cienfuens, y la Flecha Perdida en la Cuca de Bellostas, son un buen aperitivo para los que gustan de la escalada obligada y entretenida.


Mis tres últimas primeras consecutivas en Aragón han estado en la Peña Montañesa. Junto con Remi Brescó, tuvimos la gran suerte de superar las dos líneas más arrogantes de la inexplorada cara NW : la elocuente vía Karwendel y el escandaloso Diedro Sade, uno de los trazados más extremos de la vertiente, que nos obsequió con un vivac a "pelo" en la cumbre y una tormenta eléctrica de propina. La última aventura, junto a Ricard Darder, supuso conquistar la característica Punta Sola del Sobrarbe -tal como nosotros la bautizamos- zanjando el enigma de tal centinela intentado antaño por célebres cordadas como la formada por Anglada-Cerdà. Se trata de una colosal aguja separada de la muralla SW, cuya sugestiva silueta adivina una enorme chimenea muy visible circulando por la carretera de Escalona a Aínsa. Una vez allí, y después de una penosa y larga aproximación como auténticos rebecos, resulta que por tal chimenea pasa el "canfranero" y el trazado más asequible corresponde a una línea fisurada en el exterior del asunto.


Los tres últimos largos son la recompensa sin lugar a dudas al esfuerzo realizado, y una espectacular ascensión que nos sugiere un retroceso en el tiempo imaginando a grandes maestros como Rabadá y Navarro resolviendo tal incógnita en sus días. Una enorme satisfacción personal y el honor de pisar una cumbre virgen de estas proporciones, ha sido el mejor regalo de las tierras del Sobrarbe. Aún me quedan muchos proyectos en Aragón y espero llegar a tiempo de realizarlos. Desde el Maestrazgo al corazón del Pirineo, un agitado imperio rocoso esta esperando. Poner rumbo a estas tierras es ante todo armarse de respeto y entender el lenguaje de la naturaleza más salvaje. Hasta entonces, paciencia y felices sueños.

                                                                                                   Texto: Armand Ballart

        Articulo publicado en el libro del 75 aniv. Montañeros de Aragón  (2007)


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