LA ÚLTIMA CHIMENEA





"La última chimenea"

- Desde que entre a formar parte del mundo de la escalada, las enormes grietas rocosas siempre me llamaron la atención. Solo con decir que la primera vía que me llevaron fue una corta chimenea en les escletxes de Papiol, da a entender que en aquella época la escalada interior era una técnica más que habitual en la mayoría de escuelas. Repetir las chimeneas de Sant Jeroni (TIM, Torras-Nubiola...), o los consagrados empotramientos de la Mòmia (Haus-Estrems o Santacana) era sinónimo de saber escalar con mayúsculas. En Montserrat existen muchas, todas muy buenas, pero al salir fuera comprobé que no habían tantas como me esperaba. Quizás el conglomerado es más propicio a ellas, y en lugares como Riglos la primera parada se sucedía en la chimenea de los Cachorros, la Gripe, la Pany-Haus y el que más a la Galletas del Fire, antes de encalomarse por los desalentadores muros que todos conocemos.
En calcáreo, las citas obligadas eran la vía Font, la Pany-Haus y la Estorach, todas en el Pollegó Inferior del Pedraforca, y una tal Santacana en la escuela tarraconense de la Riba.
Con éste fisurado recital, se obtenía el carnet de primera en el mundo de la oposición. Con el tiempo todo esto ha cambiado y la escalada ha tomado otro rumbo dejando quizás olvidadas estas selectas rutas, que aún hoy poseen un interés incuestionable para todos aquellos que buscan la aventura más allá del grado y los parabolts.





En mi trayectoria como aperturista he tenido el honor de abrir alguna que otra chimenea interesante, pero siempre ha sido una ardua tarea de exploración pues no hay tantas, y las más evidentes ya son legendarias. La mayor parte de ellas son vías expuestas, aunque a veces de tan estrechas, lo difícil es caerse reptando como un lagarto. Lo seguro que en todas ellas aparece el término sorprendente, que las hace diferentes al resto gracias en muchos casos a una tercera dimensión que nos aporta más ambiente y espectacularidad. Con el tiempo, repetirlas ha estado siempre una obsesión, y hallarlas una grata sorpresa.



Vías Font y Estorach, las chimeneas del Pollegó Inf. (Pedraforca)


A estas alturas, abrir una chimenea en condiciones ya es toda una lotería, hay que explorar lo inexplorado quemando gasolina a destajo, o descubrir milagrosamente un objetivo camuflado que pasó inadvertido al ojo humano. Hace poco he tenido la suerte de encontrar un buen trofeo de coleccionista oculto entre las entrañas de nuestro querido Montserrat, y una vez más he vuelto a pensar si ésta será "la Última Chimenea".





- La vía Armand-Albert fue el fruto de nuestra primera salida al Pirineo en un tiempo en que la zona de la Restanca presumía de mucho terreno virgen por explorar. Sin apenas conocer nada, el aquel entonces guarda del refugio Pitu Trias, nos aconsejó el Pic de Monges como el objetivo más acorde con nuestro talante montserratino, ya que a las 10 de la mañana aún estábamos en la puerta del refugio preparando el material. Una vez localizada la pared, lo más arrogante con diferencia fue la enorme chimenea que fracturaba la vertiente norte, y sin más preámbulos nos pusimos mano a la obra decididos a triunfar. Pero el primer contacto con el granito resultó una gran decepción al no ser capaces de colocar un buril en la reunión. Roca extraordinariamente monolítica y fisuras extraplanas era el duro panorama que ofrecía aquella monstruosa grieta a ratos mojada y con un ambiente claustrofóbico. Afrontando el reto con un material más propio del conglomerado, pudimos vencer a duras penas aquel inesperado trance mediante una oposición intensa, mantenida y peliaguda en todo momento. El resto de la aventura solo resultó un mero trámite para alcanzar la cima de aquella inhóspita montaña, volver al refugio a las tantas, y no volver jamás por aquellos parajes.


ALGUNAS  CHIMENEAS  MÁS  MODERNAS





Josep Enric Castellnou en la vía Ramonage













Durante la 1ª asc. al Cavall de Guixers





Vista de la rectilínea chimenea de la vía Tascón-Man (Alacant)




Mª José Chesa en la vía Perla de Segre (1ª asc)