- Para la mayoría de los catalanes, la
montaña del Pedraforca es todo un símbolo excursionista y su ascensión una cita
obligada que tarde o temprano acaba sucediendo. El mágico perfil de sus dos
cumbres, ensalza el secreto de una aventura rodeada de abismos, donde el uso de
las manos nos aproxima al fantástico mundo de la escalada, aunque solo sea en
su mínima expresión. A vista de profano, el Pedraforca aparece inexpugnable por
sus cuatro costados, pero una clara afluencia de personal diverso, denota que
no solo los rebecos poseen el don para salvar sus debilidades. Así pues, nos
enfrentamos a una montaña clásica y emblemática por naturaleza, donde
aprenderemos a no huir de los caminos marcados, y reseguir el itinerario más
frecuentado para no extraviarnos de verdad. Después de una consistente subida
hasta su vértice más solicitado, el Pedraforca aún ofrece un descenso tan o más
exigente que no podemos olvidar. Son las características de un terreno muy
agreste, que si a pie merece un respeto, imaginaros escalando por cualquiera de
sus colosales paredes de calcáreo gris. Una gran escuela privilegiada en todos
los sentidos, donde muchas generaciones han aprendido las leyes de la montaña,
y ante todo a cultivar el instinto alpinistico gracias a un glosario de vías
abiertas por los mejores escaladores de cada época. Unas sugestivas líneas
repartidas por todo su perímetro, que descubren uno tras otro los sectores
donde se ha plasmado la evolución en cada momento. Desde las pioneras rutas de
la vertiente norte hasta las extremas realizaciones de la cara sur,
encontraremos todo aquello que la civilización quiso exportar hacia esta
curiosa silueta del Alt Berguedà, aislada de casi todo menos de los rayos y las
nuevas tendencias. Las ascuas de la vieja chimenea del refugio Estasen nunca
falleceran esperando la llegada del otoño, y sus guardas nos contaran muchos de
los secretos que guarda esta entrañable montaña, helada en invierno, radiante
en verano, pero eternamente misteriosa.
Lluís Estasen
LOS PIONEROS
- No cabe
duda que estamos ante la etapa más romántica de la escalada, en cuya figura de
Lluís Estasen le corresponde todo el peso de la historia, y más en el
Pedraforca. No solo él cayó en el magnetismo de la prehistórica escalada en
nuestro país, sino que sus objetivos resultaron unos triunfos destacados en una
época en que escalar era un arriesgado capricho al abasto de unos pocos
privilegiados. El primer asalto de Estasen a la pared norte del Pedraforca fue
por la Canal Roja y definitivamente por la vía de la Grallera en 1922. Un
itinerario muy elocuente con solo dos tramos destacados rozando el IVº grado de
dificultad, sabiendo de antemano que a la gran cueva de la Grallera se llegaba
sin problemas desde la cumbre principal, descendiendo por la canal de la
derecha para recolectar excrementos de los cuervos. Pero no fue hasta el verano
del 28, que la insistencia de Estasen por conquistar de lleno la muralla norte
diera el fruto esperado, y junto a Josep Puntas, Jofre Vila y Josep Rovira
realizan la clásica de las clásicas: la vía Estasen. Armados con solo
alpargatas y cuerdas de cáñamo, acertaron un trazado muy digno para la época,
que con el tiempo ha resultado uno de los más repetidos de la pared. Una
dificultad de poco más de IVº, y un bello recorrido exterior con unas
impresionantes vistas de la pared, son los principales alicientes de éste
objetivo imprescindible para todo romántico que se precie. Durante su primera
repetición, dos años después de su apertura, Estasen junto con tres compañeros
emplearon un par de clavos como elemento de seguridad, emulando la técnica de
los países alpinos donde ya hacía varios años que se utilizaban habitualmente.
Seria extenso evaluar el porqué del retraso con respecto a potencias como
Austria donde el VIº grado apareciera ya en el año 1922, pero en Catalunya, el
Vº queda registrado por vez primera con la célebre gesta de la ascensión al
Cavall Bernat de Montserrat en 1935, el mismo año en que coincide otra célebre
y atrevida ascensión en el Pedraforca: la vía Homedes. El trío formado por
Francesc Homedes, Bernat Boixeda y Ramón Albareda, desvelan todo un tesoro, al
terrible precio de la muerte de Homedes al quedar fulminado por un rayo al
alcanzar la cima del Gat. Cabe destacar que la mayor parte de estas primeras
escaladas se realizaban partiendo de Guardiola a pie, hacia el santuario de
Gresolet o hacia Saldes, para al día siguiente ganar la base de la pared norte.
Pese a este considerable esfuerzo añadido, cabe resaltar que el horario de
estas primeras ascensiones no fue exagerado, la Grallera se superó en poco más
de 2 h y la vía Estasen en unas 6 h.
Jordi Panyella "Pany"
POSTGUERRA
- Acabada la guerra civil española la
montaña toma de nuevo el protagonismo, y las entidades excursionistas más
relevantes emprenden una brillante etapa regeneradora de los valores culturales
y deportivos, fomentando las salidas hacia la alta montaña, la escalada y el
alpinismo en general. Nuevas promociones de escaladores entran en escena para
formar parte de los clubs especialmente creados para la práctica de estas
disciplinas: el GAM (1940), el GEDE (1941) y el CADE (1942), tal como ya
existía en los principales clubs alpinos europeos.
El acceso utilizado por los pioneros
del grupo de Estasen ya es historia, una nueva pista trazada para extraer el
carbón de las minas abiertas en el término de Saldes, representa un gran avance
para llegar al "Pedra" subidos en los camiones mineros o caminando
por la misma en el peor de los casos. La costumbre de los escaladores del
momento consiste en ir a Montserrat los domingos (por norma general se
trabajaba los sábados), y las pascuas, semana Santa u otros puentes al Pedraforca.
En vacaciones se va al Pirineo, y el más afortunado una escapada a los Alpes en
agosto, todo un lujo en los primeros años de la postguerra.
Ernest Mallafré, Josep Piqué, Vicenç
Barbé, Jordi Ferrera, Raimon Estrems, Francesc Blasi, Jordi Panyella, Carme
Romeu, Maria Antònia Simó y Núria Ferrera, del grupo barcelonés, y los
manresanos Jaume Caselles y Lluís Serrat, serán los más adictos al Pedraforca
en la primera mitad de los 40. En la Jaça dels Prats, punto neurálgico donde
actualmente se alza el refugio Estasen, las cordadas acampan alrededor del
fuego y se deleitan al son de las harmónicas soñando con futuros proyectos que
no tardaran en hacerse realidad. Uno de los primeros en atacar de lleno es
Jordi Panyella "Pany", un fuera de serie con mucho carácter, que
dejaría bien alto el coraje catalán dentro y fuera de sus fronteras.
Montserrat, Pirineo, Riglos y hasta el Peñón de Ifach, fueron escenarios de sus
aperturas con una predilección especial por el Pedraforca. Pese a las acusadas
dificultades económicas de la época, siempre que podía se instalaba en la bauma
de les Orenetes y organizaba excursiones y escaladas por todo el macizo. Como
instructor, primero del GAM y más tarde del CADE, perfeccionó la poco más que
elemental técnica de por aquel entonces, consiguiendo unas primeras de
categoría bien conocidas por todos. Así en el año 41 realiza la vía Pany al
Collet de la Cova, la línea más asequible y atractiva por excelencia de la
muralla norte, y unos días después la Pany-Ferrera, un trazado mucho más
atrevido para la época, con un primer largo técnicamente exigente que contrasta
con el resto del itinerario.
A la izquierda de la vía Homedes del
Gat, aparece otro emblemático trazado que con el tiempo acaecera una gran
clásica dels Cabirols: la vía María Antònia-Estrems. En el 44 "Pany"
y Jordi Casasayas, inauguran la cara sur el Pollegó Inferior con la chimenea
Pany-Haus, mientras que el mismo día pero en la pared opuesta, el trío formado
por Jordi Font, Artur Molina y Octavi Torró desvelan otra descarada fisura
imprescindible en el curriculum de todo pirineísta: la vía Font. Pero para
fisura, la de Cañellas-Faus y Estorach del 46, todo un alarde de técnica y
destreza para superar un terreno peliagudo y monolítico de verdad. A los
hermanos Josep y Francesc Estorach les debemos entre otras muchas, la primera
ascensión y el primer descenso junto con Emili Navarro, de la Canal del
Riambau, una de las aventuras hivernales con más prestigio en el
"Pedra".
Ante el
evidente interés manifestado por el colectivo de escaladores, Estanislau
Pellicer, delegado en Catalunya de la Federación Española de Montaña, propone a
Julián Delgado Ubeda presidente de la misma, la construcción de un refugio de
dos plantas en la explanada de la Jaça dels Prats. A finales de junio del 47 y
durante un campamento patrocinado por la FEM, tiene lugar la colocación de la
primera piedra de la construcción. Aquel día tuvo un final muy triste, al
fallecer Lluís Estasen por una repentina embolia llegando a Saldes, cuando se
proponía asistir al evento. El 26 de junio del 1949 fue inaugurado el refugio
Lluís Estasen, cuyo nombre recordará para siempre el espíritu y la dedicación
de este hombre de acción, eminentemente realista, y máximo precursor de la
escalada catalana.
Josep Manuel Anglada abriendo la via del Tronc (1971)
EL RELEVO A LAS ALPARGATAS
- La década de los 50 trajo un mayor
bienestar en casi todos los sentidos. Al Pedraforca ya se accedía con más
constancia y ligereza, gracias a una mejor carretera de tierra que llegaba
hasta el mismo pueblo de Saldes. La evolución del material de escalada, dio un
paso de gigante. Aparecieron las primeras cuerdas de perlón traídas del
extranjero, y mosquetones y pitones de marca diseñados a tal efecto. Solo
faltaba la motivación de jóvenes cordadas, para enfilar nuevos proyectos con
una técnica mucho más eficiente y avanzada. Del GAM del Club Muntanyenc
Barcelonés, surgirá un personaje capaz de darle la vuelta al mismísimo
Pedraforca y convencer a otros para hacerlo, se trata de Jose Manuel Anglada.
Podríamos llenar páginas y más páginas contando cosas sobre él, pero nos
centraremos en su profunda huella dejada en el Pedraforca, con nada más y nada
menos que 11 itinerarios bien repartidos por todo el macizo, que evidencian su
tenacidad y calidad como aperturista. Primero fue su primo "Paquito"
Guillamón, la otra rueda que impulsaría una moto llamada Anglada. Con él
consigue el Gran Diedro (57) y la Directísima (58), las líneas más repetidas en
el corazón del Calderer, y la vía Anglada-Guillamón (59) en la monolítica cara
sur. Con Heinz Pokorski explora el margen occidental de la muralla norte,
escalando en el mismo día la Torre Capeta y la Agulla Suèvia (58). Años más
tarde, junto con Joan Cerdà, abrirá diversos itinerarios entre los que destaca
la vía situada en la cueva de la Grallera. A su vez, Joan Cerdà y Heinz
Pokorski aciertan un elegante trazado en el eje del sector principal, la vía
Cerdà-Pokorski (59), que años después el mismo Cerdà junto con Daniel Vergés,
conseguirán unirla con el suelo gracias a la vía de entrada Cerdà-Vergés (66).
Entretanto, la grieta más sugestiva del sector central se la adjudica Anglada
con Royal Robbins, un invitado de lujo al que le encantan las fisuras peleonas
al auténtico estilo americano. Una vez finalizada esta fructífera campaña y con
Anglada bien ocupado organizando expediciones extra-europeas, el Pedraforca
toma un breve respiro hasta la aparición del club de la bota rígida.
GENERACIÓN BOTA RÍGIDA
- Un
hecho que nunca se ha aclarado del todo en nuestro particular mundo de la
escalada, es el cambio inesperado de la suela flexible por la bota rígida,
usada mayormente para excursiones de mediana y alta montaña. Algunos afirman
que fue una tendencia alpinística erróneamente implantada, mientras que otros
aseguran que era el mejor calzado para estar horas y horas sobre los estribos.
Si lo primero tiene poco fundamento, lo segundo al menos resulta práctico, y es
la posible respuesta a la buena dosis de artificial que imperó desde finales de
los años 60 hasta casi finales de los 70. Fueron años de transición al igual
que la política, y mucha gente se apuntó al carro de subir "como" sea
sin importarle el "como" hacerlo. El incremento de la escalada
artificial y de las buriladas en especial, condujo al éxtasis de encalomarse
por los sitios más inverosímiles al son de las famosas directísimas de las
legendarias paredes de los Alpes y las Dolomitas. Afortunadamente, la roca del
Pedraforca ofrece muchas más posibilidades de pitonar respecto a otras
escuelas, y el uso del buril fue más bien escaso. Tan solo la cara sur quedó al
margen de todo esto, porqué de entrada había que burilar tanto, que ha nadie se
le paso por la cabeza hacerlo y menos con bota rígida. Así pues, esta etapa nos
brinda unos itinerarios mucho más técnicos entre los que destacan las vías
Cerdà-Felicià (66), Sánchez-Gil (67), Sánchez-Galí (67), Sánchez-García (68),
Anglada-Cerdà a la Grallera (72), La vía Carmeta (75), la acrobática vía
Lalueza-Horrillo (76), y como colofón la vía Vargas-Peña (79), una consistente
pedalada por un estético frontón que se lo merecía de verdad. Sus máximos
protagonistas a la vista están, y todos coinciden con una pasión desenfrenada
por abrir vías en los lugares más aéreos y vertiginosos. Destaca por puntuación
después de J. M. Anglada, la figura de Josep Sánchez, uno de los aperturistas
más relevantes de los años 60 y 70, con unas primeras de categoría en las
principales paredes catalanas. Citar también el grupo bautizado como los
"Barrufets", cuya trayectoria les llevaría por los lugares más
remotos dejando constancia de su buen hacer. Jordi Camprubí, Remi Brescó, Xavi
Pérez Gil, Albert Gómez, Miquel Lusilla, Toni Ramírez, Pere Roca, y algún que
otro "pitufo" que se les unía en ocasiones, formaron un compacto
grupo todo-terreno con una tendencia más alpinística, que expuso en el
Pedraforca gran parte de su obra.
JOAN MARTÍ, EL GUARDA
- En el año 75, y sustituyendo a Jordi Sans,
el anterior guarda, aparece Joan Martí. Desde aquel mismo instante subir al
Pedraforca representó tropezar con él, que no es precisamente un personaje
escurridizo y discreto, más bien todo lo contrario, bondad ilimitada y carácter
para frenar una tormenta. Un hombre capaz de crear escuela, liquidar todos los
mitos del momento, y renunciar a la rutina urbana por una vida pausada pero
intensa. Gracias a su clara influencia como escalador clásico, la estancia de
Joan Martí en el Pedraforca ha repercutido a controlar el asunto durante un
cuarto de siglo largo, y moderar el desmadre ocurrido en otros lugares, con
respecto a los temas siempre candentes que iluminan los actuales fórums de
internet. "Donde este un buen clavo que se quiten los parabolts", el
lema capital que protege la casi totalidad del Pedraforca, salvo la cara sur,
un espacio incontrolado donde muchos han hecho lo que han podido o lo que han
querido.
Su vinculación con la montaña ha contribuido
al fracaso de muchas tragedias por negligencias en la mayoria de los casos, que
le honran como uno de los guardas más representativos por su excelente labor.
No obstante, hubo un día en que el destino casi se tuerce al estrellarse el
helicóptero de rescate con Joan en su interior, obligando a sus tripulantes a
un salto decisivo antes de la colisión para salvar el pellejo y poder contarlo.
Testimonio de ello es la pala maltrecha del rotor de la aeronave, colgada de la
fachada del refugio como recuerdo.
Sin lugar
a dudas, los nombres de Joan Martí del Castillo y Lluís Estasen, quedaran
estrechamente ligados para siempre a la historia del Pedraforca. A partir del
2009, Jordi Gallardo "Punky" toma el relevo al frente del refugio
Estasen pese a la crisis económica latente, aportando la energía necesaria y el
empeño vital para llevarlo adelante, junto a su compañera Roser y el apoyo
puntual de Sheila. Apartado actualmente de sus labores como guarda, la
ocupación de Joan Martí sigue fiel a sus inquietudes rurales siempre próximas a
la montaña, y al Berguedà en especial. De su balance como aperturista nos deja
un ajustado repertorio de primeras, principalmente en el "Pedra",
cuya estética y elegancia queda patente en sus dos itinerarios más
representativos: la vía del Guarda (76) y la vía del Estimball (79), dos joyas
imprescindibles del Pedraforca.
Joan Martí y Armand Ballart (1979)
RUMBO AL ESTIMBALL
- A
finales de los años 70 la escalada en roca catalana estuvo marcada por una
sonada tribu juvenil barcelonesa llamados los "Piratas", que con su
pasión autodidacta marcó un grueso paréntesis entre lo anterior y lo que
posteriormente se avecinaba: la escalada deportiva. Antonio García Picazo, José
Rodríguez, Toni González, Joan Altimira, Miguel Arcarons, Sergio Martínez,
Lluís Hortalà, Manolo Martínez, Nacho Ruíz, Lluís Agustí, Claudio Mena, Armand
Ballart, César Pérez Hurtado y German Folch, entre los más conocidos, se
limitaron a escalar lo mejor posible todo lo que estuvo a su alcance. Allí
donde las haya, sus revolucionarias primeras aún mantienen un merecido
prestigio, pues fueron abiertas con una filosofía tal, que tenían que superar
el listón dejado por los grandes maestros de la postguerra evitando al máximo
lo artificial. De esta forma, aparecen itinerarios míticos como la vía Valentín
Casanovas en la Paret de l'Aeri (76), la Cósmica en la Paret dels Diables (78),
la Easy Rider de l'Aeri (78), la Aresta Arcarons (78) en Montserrat, la vía
dels Catalans al Mallo Pisón de Riglos (77), o la Directa Zarathustra al
Gallinero (79), que destacaron ampliamente dentro de la generación de la bota
rígida. Con la aparición del pie de gato en España (78), se ensanchan los
límites en lo que se refiere a la forma de escalar, y paredes como la cara sur
del Pedraforca se sitúan en la diana de los principales objetivos. Es el
momento en que el destino mezcla un cóctel explosivo en el refugio Estasen:
Joan Martí, Joan Carles Griso, Miguel Arcarons y Armand Ballart, de cabeza
hacia la cara sur armados con todo aquello que sirva para subirse por unas
placas más lisas que las suelas de sus rudimentarios pies de gato recién
estrenados. Alojados al estilo hindú en un recio campamento en el Prat de Reo,
y con suministro diario de vino, pan y vianda por parte del oficial de enlace
llamado Oriol, este grupo abrirá sin quererlo, el itinerario que marcará un
antes y un después en la escalada al Pedraforca: la vía del Estimball (79). A
partir de ésta, la rabiosa fiebre del "Free-Climb" entrará por las
fronteras desde el Verdón sin pasar aduanas, al increíble precio de enterrar en
poco tiempo toda la esencia de la escalada tradicional. Una "New
Wave" acababa de penetrar en el entorno y su oscilación pronto llegará
hasta la mismísima puerta del refugio Estasen.
Expedición New Wave 84 al Annapurna
LA NEW WAVE
- Aunque
el grupo de los "Barrufets" precediera generacionalmente al de los
"Piratas", no hubo ningún ligamen en común, cada uno siguió fiel a su
particular estilo de concebir y descubrir nuevos objetivos, con un cierto
recelo en muchos casos. En cambio, los "Piratas" sí influyeron a los
siguientes, que si bien eran un poco más jóvenes, poseían una mentalidad mucho
más abierta y dispuesta a aceptar cualquier transformación. Nombres como Toni
García "Vikingo", Enric Lucas, Josep Rigol, Albert Cucó, Josep Lluís
Moreno o los hermanos Néstor y Nil Bohigas entre los más representativos,
desfilaron por el refugio Estasen cargados de energía y nuevas ideas que pronto
pondrán en funcionamiento. De entrada equipan la primera vía por arriba del
"Pedra" en las magníficas placas de la cara sur: la Star Mc Hara
(81). Su exceso energético pone de moda los encadenamientos de vías en pocas
horas, saltando de un Pollegó a otro como en una carrera de obstáculos. Tanto
maratón desenfrenado sirve para marcharse al poco tiempo al Pakistán junto con
Joan Martí (82), a escalar el Saraghrar en estilo alpino y terminar un proyecto
que dos expediciones anteriores habían aparcado por falta de tiempo y recursos.
La "New Wave" concluyó con éxito el objetivo marcado, volviendo al
Pedraforca muy satisfecha y con nuevos proyectos en cartera. Uno de ellos, fue
la sonada ascensión a la cara sur del Annapurna por Enric Lucas y Nil Bohigas
en el 84, cuya ola aún perdura 25 años después del evento. Si la chimenea del
refugio Estasen pudiera hablar, nos contaría los mil y un proyectos
alpinísticos que se cocieron en esa época, pero las nuevas tendencias empujaron
fuerte hacia la escalada libre y en nuestro caso hacia la cara sur. Disfrazados
con coloridas mallas y rebozados de magnesio, a los nuevos
"grimpanautas" les salió el reto de encadenar o más bien encadenarse
a una nueva disciplina llamada "Free". Pero no todo el mundo cambió
de chaqueta. Unos pocos "Piratas" refugiados en las entrañas
montserratinas, se resistieron al cambio y sus ideales no se derrumbaron. Toda
una autoridad como Antonio García Picazo, dejó su nombre bien inscrito en su
columna al corazón del Calderer (84), y un año más tarde en la norte del
Pollegó Inferior, pasando olímpicamente de las nuevas tendencias que
ridiculizaban el uso de la maza y los estribos.
OBJETIVO: CARA SUR
- De
pronto, las revistas especializadas se volvieron monotemáticas mostrando a
destajo los figurines del mono dedo encalomados por espejos de calcáreo cada
vez más extremos. El Verdón era el referente del momento, y por fin los
gabachos habían encontrado la manera de ampliar el negocio y enganchar más
gente a las paredes: equipando por arriba sin remordimientos. Además,
cualquiera podía hacerlo, no hacía falta ninguna experiencia previa. Bajar,
probar, equipar y encadenar, los 4 pasos de una nueva mecánica que rompía el
molde, y se alejaba cada vez más del oficio aperturista donde de entrada hacía
falta saber escalar. Este maremágnum solo sirvió para distanciar al gran
público de las escaladas clásicas de toda la vida, vetustas y expuestas de
antemano, y aproximarlo al carro de las cintas exprés. Con ello, la mayor parte
del Pedraforca quedó desierto salvo la cara sur del Pollegó Inferior, donde
florecieron las chapas a ritmo de un nuevo artilugio llamado espitador,
originalmente usado por los espeleólogos. De todas formas, de las 30 vías
existentes actualmente en la cara sur, solo unas 8 fueron equipadas por arriba.
Así, después de la mencionada vía del Estimball, aparecieron la vía de la Patum
(79), la preciosa vía del Emilio (79), el arrogante Esperó Barrufets (80),
Barrufets Exprés (81), la vía de Tots (81), Ska (81), Choras Piengue (83),
Jordi Verdaguer (84), Lobo Pirata (85) y la vía de l'Alicorn (88) entre las más
destacadas, como fiel muestra del nivel y la calidad de sus aperturistas. Años
después y con la introducción del taladro, se suman una serie de itinerarios
sistemáticamente equipados: vía Somni de Pedra (92), la vía del David (93), El
Camí del Tro (93) y la Pany & Company (95), que no han ido a más. Por otra
parte, la mayoría de las vías precedentes serán liberadas en su momento, dado
el notable incremento del grado en todas las escuelas más importantes del país.
Así, la vía del Estimball es forzada por David Tarragó, mientras que la vía del
Emilio corre a cargo del malogrado Josep Mª Alsina. A finales de los 80 empieza
a menguar el interés deportivo por la cara sur, ya que la aproximación a la
pared no es precisamente de las cómodas, y el recién estrenado 8º grado exige
una dinámica diferente. Para remediarlo, un buen número de bordillos equipados
relativamente cercanos al refugio, serán el pequeño reclamo para los
aficionados al grado puro y duro, pero poco triunfaran por sus húmedas
características. Por estas fechas, aparece por el refugio un mecánico-dentista
llamado Xavier Barrachina, que con sus empastes en forma de robustas chapas con
argolla, aliviará hasta el momento los pasos claves y las reuniones de los
itinerarios más frecuentados. Todo un detalle para que el personal más reacio
vuelva con ganas al Pedraforca, sin la típica excusa del óxido y la ferralla.
EL ROGET EXISTE
- A
finales de los años 80, la cara sur quedó bastante saturada de itinerarios y
los más adictos al Pedraforca encontraron en la pared del Roget una auténtica
válvula de escape para satisfacer sus necesidades. En ocasiones "los
árboles no dejan ver el bosque", y es que esta elocuente tapia situada
sobre el mismísimo pueblo de Saldes, había pasado totalmente inadvertida al
colectivo aperturista, pese a sus evidencias, roca de primera, y orientación
privilegiada para escalar casi todo el año. Así pues, a primeros del 89, Joan
Martí, Toni García, Josep Rigol y el mencionado Xavier Barrachina, desvelan una
de sus líneas más bonitas e interesantes: la vía Prima. Tras los comentarios
del hallazgo, sus descubridores serán los afortunados en escoger los objetivos
más golosos, antes que una senda campaña de acoso a la fortaleza, remate lo más
evidente y atrevido. Rápidamente aparecen la vía Carnestoltes, En busca de
l'Unicorn y Dents del Lleó (todas del 89), hasta que de un nuevo asedio surgen
la vía Cobra, la Dorian, la vía de la Lola y la Paul Preuss (todas del 91).
Años más tarde se abrirán las rutas más elaboradas como El Lujo de la Miseria
(95), la vía de l'Avi Miquel (99), el Desplom del Palancó (99), y por último la
Cova dels Barrufets (06). De alguna manera, el Roget ha llenado un vacío y ha
supuesto un cómodo sector periférico, pero al alcance del murmullo rural, por
lo que su frecuentación ha sido más bien escasa, en relación a los sectores más
arropados por los encantos de la montaña.
Escalando en nuevos sectores como el Mirador
HACIA EL AÑO 2000
- Con la
proliferación de nuevas escuelas deportivas por toda la geografía peninsular,
la moda de la chapa gruesa hace que disminuya drásticamente el interés y la
afluencia de escaladores al Pedraforca. La antigua obra de Agustí Jolís y Mª
Antònia Simó editada por el Centro Excursionista de Catalunya en el 69, resta
agotada y muy desfasada con respecto al volumen de información existente. Por
todo ello y pese a la aparición de una nueva guía de la pluma de Joan Jover,
ésta década solo nos obsequia con pequeñas pinceladas de fidelidad a la causa,
gracias a los asiduos más románticos que son pocos. Entre ellos, Manel Pedro
"Gastón" y Joan Freixas, aprovechan la calma para abrir varios
itinerarios en la cara norte de Cabirols para no ir más lejos, mientras que
Gustavo Mañez "Kush" hace lo propio en la vertiente contraria mucho
más inédita y soleada. Otros como Josep Jané, Jordi Magriñá o Arnau Julià, les
va la marcha de subir la penosa tartera central, para recrearse por la olvidada
cara norte del Pollegó Inferior, un terreno especialmente diseñado para las
mentes más alpinas por su aislamiento respecto al resto. Como ya hemos
comentado anteriormente, en la desierta cara sur ruge el taladro a sus anchas
para sumar cuatro itinerarios equipados de todas las medidas y dificultades.
Entre ellos destacará El Camí del Tro (93), la alternativa más solicitada hasta
el momento para estrenarse con éxito en la sur, y amortizar el considerable
trecho desde el refugio. Las vías Ventura Highway (97) y Pura Vida (99)
abiertas por abajo, continúan defensando el particular estilo del lugar,
después del más largo asedio mecánico ocurrido en los dominios del Pedraforca.
Al margen de todo esto, la cara norte continua olvidada y envuelta en un
misterioso velo que impide enfocar y ver realmente el género. Solo algún que
otro iluminado, consigue calibrar el objetivo y cerciorarse de que la muralla
es mucho más de lo que se observa desde el refugio. La vía Turisme Tecnológic
(95) da un paso más allá, y rompe las pautas del sector central del Calderer,
donde solo las vías Antaviana (87) y Ritual Extrem (99) consiguen situarse
entre las celebridades antes de terminar el milenio.
Jordi Gallardo "Punky" en el Esperó del Refugi
ÚLTIMA DÉCADA
- A partir del año 2000 una mueva ola de
acontecimientos tambaleará el refugio, cuando por su puerta aparece un
personaje llamado Alex Vives, cuya robustez iguala al tamaño de su buen
corazón. Muy bien no sabe a lo que ha venido, pero de repente se encuentra como
en casa, a la sombra de Joan Martí, y con muchos números para ser su futuro
yerno. La cuestión es que en su enorme cabeza de empresario, retiene un nombre
firmemente grabado: la Grallera. Pronto conoce a los asiduos del lugar, y el
que le ofrece más garantías para ir a explorar la Grallera resulta ser Armand
Ballart, un enamorado más del Pedraforca, con una especial predilección por
abrir vías donde sea. Sin pensarlo dos veces enfilan rumbo a la Grallera, y
pasado ésta encuentran un buen tocho para abrir Área Privada (01), una buena
atalaya para controlar perfectamente el sector. Al cabo de pocos días, Alex
vuelve al mismo escenario con los compañeros de su empresa para realizar
l'Esperó dels Lampistes, pero con todo ello, el enigma principal continua en su
mente. No será hasta el verano siguiente, que con Armand descubrirá la
respuesta a su sueño por una línea discontinua pero intensa: la vía Triple Directa
a la Grallera (02).
Este año surge una nueva propuesta conocida
como "Cavalls del Vent", que reactivará el motor del Parc Natural
Cadí-Moixeró gracias una progresiva afluencia de personal para hacerse con un
nuevo objetivo: encadenar mediante una ruta señalizada, los 8 refugios situados
en la zona. Una bonita experiencia para descubrir, paseando o corriendo según
las preferencias, este accidentado marco pre pirenaico y a su vez sus refugios
más emblemáticos: Lluís Estasen, Prat d'Aguiló, Els Cortals, Serrat de les
Esposes, Sant Jordi, Niu d'Àliga, El Rebost y Gresolet.
Entre tanto, el martilleo y el taladro rompen
el silencio en las entrañas de la muralla norte. Jordi Camprubí y Jordi Bonet
inmersos en un universo gris de 1000 m de recorrido llamado Barrufets, es el
resultado de unir todos los mejores tramos de dificultad situados a la
izquierda de la Canal del Riambau, con un trazado a ratos lógico, y cuando no
definido por el material colocado a tal efecto. Después de estas dilatadas
ascensiones, tanto J. Camprubí como A. Ballart quedan prendados por lo que
realmente configura la gran pared norte, a pesar de sendas cornisas que la
atraviesan de un lado a otro. Tres pisos de evidente entidad, con varias
posibilidades a priori, y lo más extraño es que a nadie se le haya ocurrido
subir por ahí excepto a Pany y Ferrera en el 41 esquivando las dificultades. En
dos jornadas queda desvelado el asunto, y esta buena combinación
Barrufet-Pirata desvela y bautiza la vía Joan Martí (06), como detalle para
recordarlo para siempre en su pared más querida por defecto. Al año siguiente,
Pau Tomé y de nuevo A. Ballart descubren otra ruta sugerente a la izquierda de
la anterior, que no dudan en denominarla Nordmagnum (07) por su recio carácter.
Por
último, tres nuevas líneas aparecen en la cara norte: l'Esperó del Refugi (08),
la Lunascente (09) y la Thora Blava a la Grallera (10), en respuesta al
evidente interés aperturista que aún sostiene esta magnífica vertiente, cuyo
único secreto reside en escalarla una y otra vez, hasta tomarle el cariño que
se merece.
Generación Budo Taiutsu en el refugio Estasen
Publicado en GAME Magazine nº18 (marzo-2011)
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