EL ÚLTIMO BIGWALL EN LA PARED S-W DE SA MUNTANYA

CRÓNICA DE UNA PRIMERA  ASCENSIÓN A SA MUNTANYA

- A raíz de las primeras incursiones por el valle de Guadalest a medianos de los años 80, observamos claramente el enorme potencial rocoso por aquel entonces eclipsado por la principal trilogía de la zona: Ponotx-Torre de Enmedio-Tozal de Levante. En cada viaje desde Catalunya, explorábamos todo aquello que parecía interesante mientras repetíamos las vías clásicas de cada pared. Tuvimos la oportunidad de abrir algunas rutas largas como la Albatros, Aravela, Pegasus o Vulcano en los dominios de Polop, pero siempre se me iba la mirada hacia una diana situada al fondo, entre las sierras de La Xortà y Bernia. Un día de invierno del 92, fuimos con Luichy a investigar el remoto lugar pues se adivinaban unas buenas tapias y un barranco de buenas proporciones. A la salida del pueblo de Bolulla, descubrimos una pista que conducía directamente al objetivo situándonos a la salida del barranco. La exploración se terminó de golpe al toparnos con un gran salto dentro del cañón, imposible de remontar, había que descenderlo. Comentando la jugada con algunos escaladores interesados por la zona, al poco organizamos el descenso integral dejando un vehículo a la salida, y con otro acertando la entrada más elocuente desde la carretera de Tàrbena en dirección a Castell de Castells. En aquella jovial aventura descubrimos todos los secretos de aquel agreste barranco, encajonado estratégicamente entre unas paredes del todo impresionantes. Pasaron los años, y en el 2006 volví al escenario junto con Pelut y Jaume Prat para abrir algo rápido, acabando empotrados en la vía "Tascón-man" como recompensa, no sin antes insinuarles la posibilidad de atacar la monumental vertiente de Sa Muntanya, lo más destacado con diferencia de toda la zona. Una línea muy descarada quedaba centrada en aquel paredón inexpugnable, sin referencia alguna y con un desnivel difícil de calcular a primera vista. No fue hasta primeros del 2022 que volví a Bolulla con Nandi Salas para mostrarle el tesoro, por si acaso le interesaba aquel espejismo vertical. La idea le entusiasmó, y pronto atacamos la pared para comprobar que aquello aún seguía virgen después de tanto tiempo. Efectivamente nadie sabía nada, incluso referentes como Pedro Jorge Notario o Manolo Pomares desconocían cualquier intento. Solo una breve pincelada de corte moderno había roto el hielo: la vía Tempus Fugit de Roy y Anaya (2016), abierta por lo más monolítico del zócalo sin mayores pretensiones. Con todo, examinamos la entrada más lógica descubriendo un vetusto clavo a unos 15 metros del suelo, como rastro de una pionera visita muchos años atrás. El terreno requería mano de obra para adecentar un primer tercio salpicado de vegetación, pero enraizada en una roca calcárea de primera calidad. Valía la pena abrir un pasillo para encajar lo que venía a continuación, una línea perfecta para culminar la pared evitando al máximo los desplomes. Dedicamos un par de jornadas a jardinería intensa, hasta reconocer que para seguir con el invento había que equipar un andamio de cuerdas fijas para continuar abriendo. Con ello abandonamos la faena y regresamos un año más tarde con 400 m de cuerdas de todo tipo para montar la parada. En cuatro días abrimos el resto del itinerario, gozando de una roca tan espectacular como el paisaje. Un lugar aislado del bullicio en plena naturaleza y a pocos kms del asfalto, la mayor recompensa para dos fugados de la civilización. El último BIGWALL ya está abierto y el misterio resuelto. Posiblemente será muy difícil encontrar otra pared virgen a estas alturas. Quién sabe, quizás aún exista perdida en el horizonte...

Armand & Nandi en la cima de Sa Muntanya (18-3-23)